Parece increíble toda la riqueza de nuestro país. Sólo piénsalo. México cuenta casi con todos los ecosistemas que hay en el mundo. Tenemos bosques de sobra, praderas, sabanas y selvas increíbles. Sólo dos palabras: Selva Lacandona.
La Lacandona se ubica en la cuenca del río Usumacinta y abarca las Áreas Naturales Protegidas federales: monumentos naturales Bonampak y Yaxchilán; refugios de Flora y Fauna Silvestre Chan-Kin, Metzabok y Nahá, y las reservas de la biósfera Montes Azules y Lacan-Tún.
La selva Lacandona es considerada un “pulmón” del planeta. Ahí se produce el 30% del agua de nuestro país. Su territorio es de aproximadamente 1.8 millones de hectáreas y en él habita el 50% de los mamíferos y de las especies de mariposas. Casi nada.
Se le llama Lacandona porque ahí vivía una comunidad indígena y su centro ceremonial se encontraba en la isla de Lacan-Tun. Y fueron los españoles quienes les llamaban “los de Lacantún”. En la actualidad viven tres etnias ahí: tzeltal, chol y lacandona.
Es el lugar perfecto para hacer ecoturismo. Alejarte de la vida citadina, del trabajo, el internet y sentirte libre. No puedes irte sin visitar las zonas arqueológicas de Palenque, Toniná, Bonampak y Yaxchilán. Lo ideal es ir a todas, pero aun yendo sólo a una, te quedarás con la boca abierta.
Si vas a Palenque tienes que darte una vuelta por la cascada escondida de Welib Ja, o si estás un poco más al norte el Centro Turístico Metzabok también tiene actividades por ofrecer. Aquí la red de lagunas son la atracción, entonces te llevan de paseo en cayucos de madera y visitan algunas cuevas con las pinturas rupestres.
Bajlum Pakal es un paraíso en la tierra. Hay cabañas y zona de acampar, para sentirte más conectado con la naturaleza. Realizan visitas guiadas a las cascadas, rentan kayaks y bicicletas. Además, queda cerca de Bonampak y Yaxchilán.
Poza Poòp Chan es un centro turístico exclusivo de relajación. Al borde de la Reserva de Biosfera Montes Azules hay un río que avanza en forma de rápidos. Ya sé, no suena tan relajado, sin embargo, desemboca en Poòp Chan, una poza color jade ideal para nadar.
Esta selva recibe anualmente entre 2,000 y 5,000 mm de precipitación pluvial y despliega distintos gradientes altitudinales y variados tipos de vegetación como pinares y encinares. Por su ubicación geográfica, es puerta de entrada para numerosos grupos de flora y fauna de Centro y Sudamérica que enriquecen aún más la diversidad biológica.
El eterno verdor de la Selva Lacandona es consecuencia de las grandes hojas perennes de árboles de más de 65 metros de altura en esta porción del territorio nacional de clima cálido húmedo con temperaturas promedio constantes de 22°C, y lluvias durante nueve a 12 meses al año, agua que propicia su exuberancia y que, a través de los suelos, forma arroyos que al confluir integran la corriente más caudalosa de México: el río Usumacinta que nace en Guatemala.
Esta cuenca, la de mayor extensión y desarrollo hidrológico, abarca una superficie total de siete millones de hectáreas, 42% de la cual se ubica en México (el resto en Guatemala), y constituye un territorio continuo con las regiones de Calakmul y Sian Ka’an, a través de las áreas forestales donde convergen los estados de Campeche, Tabasco y Quintana Roo, y con las selvas del Petén que interconectan ambas zonas de México.
Desafortunadamente, como a todas las selvas húmedas de México, a la Lacandona la ha impactado la presencia humana a partir de la llegada de los españoles, ya que desde entonces ha perdido cerca del 90% de su territorio, pese a sus valiosísimos beneficios ambientales.
La parte baja del Usumacinta corresponde a México, región que recibe los daños acumulados sobre la red hidrológica de los procesos de transformación que ocurren aguas arriba, ya que la mayor parte de la población se asienta en la parte alta de la cuenca en condiciones de enorme dispersión, cerca de 7 mil localidades, el 60% con mil habitantes en promedio.
Esta fragmentación frena el desarrollo de servicios básicos educativos, de infraestructura y de salud, lo que contribuye a mantener en estado de marginación a la población indígena tojolabal, tzeltal, chol y maya-lacandón, principalmente.
En las últimas décadas la cuenca fue poblada para garantizar la soberanía nacional mediante la colonización dirigida, pero también por la migración desde Guatemala resultado de los conflictos internos de esa nación, y desde la zona de Los Altos de Chiapas hacia la cuenca media, donde se ubica la gran selva maya.
La acción humana ha llevado a la Selva Lacandona al borde del colapso. Es entonces de vital importancia reflexionar sobre la responsabilidad de coadyuvar con las poblaciones indígenas para rescatar las áreas perdidas de este pulmón verde, así como acrecentar los esfuerzos para el logro de la resiliencia en esta región crucial para el bienestar humano y planetario.